El
día 7 de Julio de 2012 propuse una ruta por el Monte Abantos a la cual
acudieron Emilio y Azuba, dos personas con muchas ganas de pasar un buen día en
plena naturaleza.
A
las 9:30 de la mañana nos encontramos la
estación de autobuses del pueblo de San Lorenzo de El Escorial, desde ahí no
dirigimos hacia el monasterio donde nos detuvimos a contemplar los acrobáticos
vuelos de los vencejos y a escuchar sus chillidos estridentes tan significativos.
Pronto
nos adentramos en la zona más residencial y tranquila de San Lorenzo de El
Escorial, zona ocupa por vistosas casas de estilos muy dispares.
La
primera gran sorpresa del día nos la llevamos al parar en la “Fuente de la
Bola”, donde nos paso literalmente a pocos metros de nuestras cabezas un águila
calzada, en fase clara, la imagen fue
espectacular al ver entre los pinos a tal ejemplar volando tan bajo.
Con
la impresionante imagen grabada en la retina proseguimos nuestro camino por
vías pavimentadas hasta llegar al inicio del sendero que nos introdujo en el
interior del bosque.
A
los pocos pasos dados sobre el sendero de tierra volvemos a realizar una pausa
en esta ocasión el motivo lo marca una infraestructura hidráulica, la presa del
Romeral, la presa a sufrido diferentes ampliaciones, su origen se remonta a
Felipe II quien estableció lo necesario para su construcción, posteriormente
Carlos III y Alfonso XIII realizaron sendas ampliaciones en función del aumento
de la población que demandaba cada vez más cantidad del es esencial elemento
liquido, el agua, en la actualidad está en uso y abastece a la población de San
Lorenzo de El Escorial.
Poco
a poco nos sumergimos en un bosque de ribera de media montaña bien conservado donde
sentimos el poder envolvente que posee la vegetación frondosa y que nos hace
imaginar a cualquier animal detrás de los ruidos que surgen desde el fondo del exuberante
bosque.
Tras
cruzar un pequeño arroyo seco, señal que nos recuerda las pocas precipitaciones
recibidas durante lo que va de año, llegamos a la fuente de la “Currutaca” donde paramos a probas sus
escasas pero frías aguas, a continua seguimos por las losetas de granito que
esconden un canal de agua que recoge las aguas procedentes del deshielo y de la
lluvias.
Dejando
a tras el bosque de ribera nos dirigimos monte arriba atravesando los pinares
del Monte Abantos, los pinos que encontramos durante este tramo fueron: el pino
larício, el pino albar y el pino negral, ocasionalmente localizamos los
denominados árboles testigos, es decir árboles aislados que nos indican que
especies botánicas había antes de la deforestación y de la posterior
repoblación con pinos exclusivamente, las especies de árboles testigos
encontrados fueron: encinas, robles, fresnos y enebros.
En
este punto el camino empieza a mostrar sus primeras pendientes lo que nos hace
ir con tranquilidad y parar de vez en cuando para pausar nuestra respiración y
a la vez disfrutar de las vistas, en una de los descansos observamos a media
altura una pareja de abejeros europeos, que estuvieron un buen intervalo de
tiempo volando sobrevolando la zona.
La
mañana iba avanzando y decidimos realizar una parada para avituallarnos, eso sí
a la sombra y rodeados de jaras en plena flor, una vez repuestas las energías
gastadas por el camino nos dirigimos ya sin descanso hasta el primero de los
objetivos de la ruta, el Arboreto de Luis Ceballos.
Al
llegar a la entrada del Arboreto, procedimos a visitar la instalación que
cuenta con más de 200 especies de árboles y arbustos autóctonos de la Península
Ibérica, las 3,8 hectáreas que componen el arboreto tienen como finalidad el
estudio botánico de las especies que allí se plantaron y que no reciben ningún
tipo de tratamiento de jardinería ya que los estudios que se realizan son de ámbito
forestal.
Personalmente
considero al arboreto como un rincón mágico dentro del propio Monte Abantos y
que visitarlo es descubrir rincones muy especiales como: el de los helechos, el
de los brezos, las leguminosas, las aromáticas y si tengo que destacar alguno
me quedo con el rincón de la charca decorada con nenúfares y ambientada con los
cantos de las ranas en celo, sin olvidarme del mirador que nos permite ver unas vistas panorámicas del valle y de las Machotas.
Una
vez estimulados nuestros sentidos abandonamos el arboreto para dirigirnos a la
fresneda a unos cientos de metros del arboreto, espacio modificado por el
hombre mediante la creación de terrazas para facilitar la plantación de los
mencionados fresnos, al llegar dedicamos un momento a buscar una pradera a la
sombra que estuviera libre ya que muchas de ellas estaban ocupadas por las
vacas que pastan libremente por el monte.
A
eso de la 13:30 horas comimos en plena naturaleza y descansamos para
posteriormente afrontar el segundo de los objetivos de la ruta, llegar a la
cima del Monte Abantos a unos 1753 metros.
Durante
toda la jornada transcurrimos por la vertiente sudeste del Monte Abantos, por lo que optamos por
un camino a la sobra para ir ascendiendo lentamente, ya que en esta zona se
encuentran las rampas con mayor porcentaje de toda la ruta, según íbamos subiendo
la vegetación arbórea disminuía debido a la altitud.
A
1536 metros de altura encontramos el punto más alto del Puerto de Malagón,
escenario por donde tantas veces ha transcurrido la Vuelta Ciclista a España,
recuerdo haber visto pasar a ciclistas como el Chava Jiménez o Fernando Escartín
por la duras rampas que presenta el final de este puerto, en la actualidad el
estado del asfalto es lamentable y peligroso, incluso hay tramos de tierra,
esperemos que pronto vuelva a pasar la Vuelta Ciclista a España por esta zona para que lo
asfalten ya que es una carretera preciosa que esta abandona y supone un peligro
para el tráfico rodado.
Pues
bien una vez llegado a este punto y animando a los participantes a seguir
adelante, pusimos rumbo a la cima, en esta zona de la ruta observamos a lo
lejos molinos de viento destinados a la producción de energía eólica y un
paisaje de media montaña con praderas, arbustos y pocos árboles.
Lo
más curioso de la ruta es que una vez alcanzados los 1500 metros de altura, el
camino a penas muestra pendiente y el sendero se convierte en pista forestal,
por lo que la comodidad es mayor y nos permitió avanzar más metros en menos
tiempo, pero nunca con la presión o sensación de tener que llegar a una hora
determinada.
Las
vistas panorámicas del Monasterio a esta altura son merecedoras como no podría ser
de otra forma de las correspondientes fotografías para el recuerdo.
Una
vez más en las mejores praderas de la zona encontramos a las vacas pastando
libremente y a unos cientos de metros la merecida parada para repostar agua fresca
en la fuente, de esta si emanaba un buen caño de agua cristalina y fresca, todo
un revulsivo para afrontar los últimos tramos para llegar a la cima.
Sin
darnos cuenta llegamos a la cima donde el aire hizo acto de presencia mostrando
su fuerza, con precaución subimos por las piedras para estar lo más alto posible
y disfrutar de las vistas.
Sin
abandonar la cima visitamos la casita de vigilancia donde encontramos a uno de
los guardas que se velan por la seguridad de nuestros montes públicos y sobre
todo desde esa altura pueden detectar con rapidez cualquier conato de incendio
forestal que pudiera producirse.
A
1753 metros de altura el aire era muy fuerte y el frio se dejaba notar, por lo
pocos minutos disfrutamos de la cima.
La
bajada la realizamos por el mismo camino por el cual ascendimos y según íbamos bajando
valorábamos aun más hasta donde habíamos subido.
El
final de la senda tuvo lugar en una terraza del pueblo de San Lorenzo de El
Escorial deleitándonos en mi caso de una rica y creo que merecida palmera de
chocolate y mermelada de fresa.
Agradezco a Emilio y Azuba su participación y les felicito por su primera ascensión a la cima de Monte Abantos.
Si
te ha gustado el reportaje y te gustaría realizar la ruta no dudes en ponerte en contacto
conmigo escribiéndome a: danielmedioambiente@gmail.com
Muy bonito el reportaje, Daniel.
ResponderEliminarTe animo a seguir organizando más excursiones.
Un saludo.
Emilio.
Muchas gracias Emilio, pronto propondré mas rutas por la Sierra de Madrid.
ResponderEliminarUn cordial saludo, de Daniel.